El fracking es una actividad con un alto riesgo ambiental de contaminar las aguas superficiales y subterráneas.
No es raro escuchar la afirmación de que “la explotación del gas no convencional mediante fracking no puede ser la causa de la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas”. La razón que justifica esta afirmación es que este gas está a miles de metros de profundidad, muy lejos de las aguas que se aprovechan para suministro y riego. ¿Qué hay de cierto en ello? Poca cosa, como veréis a continuación.
EEUU es el país en que más se ha aplicado la técnica del fracking y en el que más experiencia se tiene sobre la materia. Pues bien, por ejemplo, el 2 de septiembre del año 2014 la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) y el Ministerio de Justicia de los EEUU anunciaron que habían llegado a un acuerdo con la empresa Trans Energy por el que esta compañía petrolera y gasista se compromete a restaurar cauces de agua y zonas húmedas en 15 lugares de Virginia Occidental, sobre los que habría vertido (sin autorización) material procedente de sus operaciones de explotación.
De acuerdo con las pruebas obtenidas, durante los años 2011 y 2012, sin un permiso federal, Trans Energy cortó arroyos y vertió tierras, rocas, residuos y otros materiales sobre arroyos y humedales, para construir áreas de explotación, embalses, cruces de caminos y otras instalaciones relacionadas con la extracción de gas no convencional mediante fracking. Las infracciones afectaron a unos 13 km de cauces y a más de media hectárea de humedales.
Como consecuencia de todo ello, la compañía ha aceptado pagar:
- Una multa de 3 millones de dólares que se repartirá a partes iguales entre la EPA y el Departamento de Protección del Medio Ambiente de Virginia Occidental (West Virginia Department of Environmental Protection, WVDEP).
- Más de 13 millones de dólares para ejecutar los trabajos de restauración ambiental que se ha comprometido a hacer.
Este caso nos pone ante la realidad de que las empresas que lleguen a ser autorizadas a aplicar la técnica del fracking en España pueden ser negligentes y/o aplicar malas prácticas en su trabajo, ocasionando daños graves a las aguas superficiales. Este es un hecho que desgraciadamente no se puede negar y que puede darse en cualquier ámbito profesional.
Y estas malas prácticas pueden incluir una mala ejecución del pozo, de manera que no esté garantizada su estanqueidad cuando atraviesa capas freáticas. Esta es la principal causa de contaminación del agua potable por fracking que investigadores de cinco universidades (Duke, Ohio State, Stanford, Dartmouth y Rochester) han encontrado en varias partes de Pensilvania y Texas, de acuerdo con un nuevo estudio que han publicado el 15 de Septiembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Por tanto, la afirmación de que la aplicación de las técnicas propias del fracking no puede ser la causa de la contaminación de aguas superficiales y/o subterráneas es cuando menos aventurada, sino atrevidamente maliciosa.
Como conclusión podemos decir que el fracking es una actividad que entraña riesgos ambientales importante, que puede contaminar las aguas superficiales y subterráneas, además de a la salud y los bienes económicos de las personas. Es un tema suficientemente serio como para hacerlo bien desde el primer momento, como así lo recomienda la Comisión Europea que en 2014 publicó la Recomendación con unos principios mínimos para la utilización del fracking. Su objetivo es que el empleo del fracking se haga garantizando la preservación de la salud pública, el clima y el medio ambiente, el uso eficiente de los recursos y la información del público.
Entre otras cosas, la Comisión Europea considera que al fracking hay que aplicarle la Ley de responsabilidad medioambiental y exigirle la contratación de garantías financieras por este concepto.